Realizada en el mes de enero los días 5, 6, 7 y 8 de cada año. Fiesta religiosa en honor al Niño Jesús en el templo del Niño Samachina en Conaqhuaylla y del Niño Melchor en el templo colonial de Markacocha, quienes son traídos al templo de Santiago Apóstol.
La manera como Ollantaytambo festeja la Bajada de Reyes es digna de mención honrosa y de obligatoria visita. Tiene mucho de la fiesta patronal de Paucartambo, pero, al carecer de tanta publicidad como esta, resulta más íntima, hasta se podría decir familiar.
Es una fiesta folclórica y costumbrista en la cual no solo participan los habitantes del pueblo.
En la víspera descienden en procesión los pobladores de zonas altoandinas de Ollantaytambo, pobladores del valle de Patacancha, es decir de las comunidades de Huilloq y Patacancha, conocidos comúnmente como huairuros. Quienes no solo tiñen la festividad con el rojo de sus trajes, sino que traen con ellos a su Niño Jesús de Marcacocha, acompañado por los danzantes de huallata, una de las danzas más típicas y ancestrales, que recrea el apareamiento de los gansos que moran en las lagunas de las alturas andinas.
El Niño Jesús de Marcacocha, junto con los pobladores de las alturas y los danzantes de huallata, son recibidos en la capilla del Niño Samachina por las bailarinas de Huayllascha (que tienen una vestimenta igual a los habitantes de las punas), y se inicia así la unión entre pueblos colindantes.
El día 6 es el encuentro del Niño Jesús de Marcacocha con los otros dos niños que se hallan en la iglesia del pueblo de Ollantaytambo. Este encuentro es amenizado por otras danzas tradicionales, como los herreros, los chucchus, los majeños, la fiebre amarilla y los sinkuy wata qallary. Las danzas o comparsas, con sus respectivos ajusticiamientos y comilonas, tan inherentes a ellas, transforman Ollantaytambo en un perpetuo festín donde se mezclan huairuros, campesinos, ollantinos y turistas. A partir de estos encuentros, cuando las efigies de los dos niños del pueblo reciben al Niño Jesús de Marcacocha y las comparsas revolotean alrededor de ellos, comienzan las procesiones.
Por la tarde del día 6 es la tradicional corrida de toros en el coso construido en el barrio de San Isidro. Los ponchos rojos suplen las capas españolas y las monteras toreras son reemplazadas por las monteras campesinas de clara remembranza española. Pero si algún torero intenta clavar unas banderillas en el lomo de la bestia aparece el dueño del toro y lo retira del ruedo, ya sea por las buenas o por las malas.
Si bien la fiesta se anuncia la víspera, es decir el 5 de enero, cuando los pobladores de Patacancha empiezan su descenso con el Niño Jesús de las alturas, el día central es el 6, la fiesta con sus respectivas procesiones se prolongan en Ollantaytambo hasta el día 8 de enero. Día en que se realiza la despedida y 'cacharpari' en las puertas de la capilla del Niño Samachina. Por tanto, la fiesta dura cuatro días, donde al igual que las danzas y las procesiones, los platos típicos y la frutillada se gozan hasta saciar a locales y visitantes.